Avicultura
¿A los pollos se les administran hormonas para que crezcan más rápido?
Los pollos no reciben hormonas ni anabólicos para su crecimiento. El pollo seleccionado genéticamente es la suma de cruzamientos mediante los cuales se ha logrado un animal que presenta durante todo su corto periodo de crianza una extraordinaria capacidad de crecimiento. Debido a la edad a la que se faenan los pollos (45 días de vida en promedio) es fisiológicamente imposible que tengan respuesta a la aplicación de hormonas. El sistema que regula la velocidad de crecimiento de los pollos en esta etapa biológica se encuentra naturalmente funcionando a su máximo potencial, por lo que resulta impracticable estimularlo para que trabaje aún más.
Asimismo, el SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria), organismo responsable del control de la seguridad de los alimentos, cuenta con numerosas herramientas para asegurar la calidad e inocuidad de las aves para consumo, entre las cuales se encuentra el Plan Nacional de Control de Residuos e Higiene en Alimentos (Plan CREHA). SENASA, en su sitio oficial declara que “las aves para consumo nunca reciben sustancias hormonales de ningún tipo, por lo tanto, es una equivocada creencia que carece de respaldo científico”.
Para más información sobre este mito recomendamos leer el documento de revisión “Hormonas exógenas en carne de pollo, creencias populares y evidencias científicas con relación a la crianza de aves de corral”. Ver documento
¡La evidencia es contundente y apoya la premisa de que la carne de pollo es un alimento sano, seguro y forma parte de los hábitos alimentarios saludables de diversas poblaciones!
¿Cómo se originó el mito de las hormonas en la carne de pollo?
Existe un mito arraigado en el acerbo popular respecto del uso de hormonas en la producción avícola. Suponemos que el origen del mito de las hormonas y el pollo está relacionado con un hecho ocurrido en la década de 1950, diez años antes del comienzo de la avicultura industrial.
En aquellos años se usó en Europa un estrógeno sintético denominado dietilestilbestrol (DES), cuya finalidad era “caponizar” (castrar) hormonalmente los pollos machos, para obtener un mayor engorde y una carne más tierna. En aquellas épocas a las hembras se las destinaba a producir huevos.
Este estrógeno sintético se aplicó en varias especies y en avicultura se utilizó en gallitos de más de cien días de edad, que en aquel tiempo y a esa edad no pesaban más de 1,700 kg. Fue una alternativa a la castración quirúrgica que se efectuaba ocasionalmente para lograr aves de 3 kg en 6 meses y carne relativamente tierna. Se lo aplicaba como un implante en el cogote y el consumo de los mismos con residuos de esta hormona sintética por parte de las personas dio origen a un caso aislado de ginecomastia que tuvo difusión en textos de medicina.
Aunque ocurrió hace más de 75 años, la historia se popularizó y aflora esporádicamente, basada principalmente en el desconocimiento de cómo se crían, alimentan y qué base genética tienen los pollos hoy.
En la producción industrial de pollos no se administran hormonas a las aves. El pollo es un animal muy joven que presenta durante todo su periodo de crianza una extraordinaria capacidad de crecimiento. Debido a la edad en la que se faenan los pollos es fisiológicamente imposible que tengan respuesta a la aplicación de hormonas.
¿Por qué la administración de hormonas a los pollos para acelerar su crecimiento no tiene ningún tipo de resultado?
La explicación a esta falta de respuesta es muy sencilla. Está demostrado que el mecanismo de acción de los anabólicos hormonales es indirecto, es decir, actúan sobre el “eje somatotrópico del crecimiento”. Lo hacen estimulando los núcleos hipotalámicos encargados de elaborar y secretar el factor de liberación de somatotropina (GHRF), lo que a su vez desencadena la liberación de hormona de crecimiento (STH) por parte de la adenohipófisis. Este aumento de somatotropina circulante estimula la adenilciclasa a nivel de la membrana celular de los hepatocitos, con la consecuente transformación de ATP en AMPcíclico, lo que induce la expresión del gen IGFI, con el consecuente aumento de la producción e increción a la circulación periférica de somatomedinas (IGFI e IGFII) así como la de sus respectivas proteínas plasmáticas transportadoras (IGFBP). Estas somatomedinas circulantes son las responsables de los efectos sistémicos de la STH (Control endocrino del crecimiento). La STH también incrementa la producción local de IFGI y la expresión de los receptores IGFIR en diversos tejidos (óseo, muscular y adiposo), responsables del control paracrino o autocrino del crecimiento.
Ya que se trata de un animal muy joven, el pollo presenta durante todo su período de crianza un “eje somatotrópico del crecimiento” trabajando naturalmente a pleno, con niveles muy altos de somatotropina y somatomedinas circulantes así como de expresión de receptores IGFRI en los tejidos periféricos. Esto torna prácticamente imposible lograr una respuesta, tratando de estimular iatrogénicamente un sistema que se encuentra trabajando a su máximo potencial.
¿Es cierto que el gran tamaño que alcanzan los pollos en un corto período de tiempo se debe al agregado de antibióticos en su dieta?
No es cierto. El constante incremento en el tamaño final que alcanzan los pollos se debe a un proceso permanente de selección genética de los ejemplares que expresan las mejores características en toda la rama genealógica: comienza a nivel de bisabuelos, continúa en los abuelos y finalmente en los padres que van a dar los pollos que consumimos. Esto no ocurre sólo en Argentina sino que es una práctica que se da así a nivel mundial. En nuestro país, la selección se hace a partir de los padres, dado que por ahora los abuelos se importan desde Brasil, EEUU, e Inglaterra.
El mayor tamaño que alcanzan los pollos en tan corto tiempo es entonces el resultado de dicha selección genética permanente, a la cual se suma un manejo adecuado del medio ambiente en el que viven las aves de manera que estén confortables, estrictas condiciones de bioseguridad y planes de vacunación preventivos de enfermedades. Asimismo, la investigación permanente en cuanto a los requerimientos nutricionales de las aves, y la excelente calidad de granos que tenemos en Argentina, permiten optimizar su nutrición. Es a través de estos mecanismos que se logra que las aves expresen al máximo su potencial genético de crecimiento.
Otro hecho fundamental para el desarrollo genético son los tiempos biológicos de los ciclos, que permiten avanzar en 10 años lo que en otras especies llevaría 100 o más años.
¿Qué pasa con los antibióticos que se administran a los pollos? ¿Pueden afectar la salud de las personas?
Se utilizan antibióticos de manera profiláctica para mantener la salud intestinal y de esta forma promover al bienestar animal. El SENASA (Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria) controla la no existencia de residuos en la carne de pollo, entre los cuales se encuentran los antibióticos. Toda medicación que fuera necesario aplicar se deja de administrar en un plazo no inferior a los 7 días previos a la faena (período de retiro), y SENASA verifica su cumplimiento. Por ello, se puede estar absolutamente seguro de que la carne de pollo es un alimento inocuo y sano para la salud de las personas.
¿A qué se debe la presencia de agua en el pollo?
Terminado el proceso de escaldado, desplumado y eviscerado de los pollos, es necesario bajar de la manera más rápida posible la temperatura corporal, que en ese momento es de aproximadamente 38ºC, a menos de 7ºC en el centro de la pechuga (que es la parte de mayor grosor cárnico) y controlar de ese modo cualquier proceso bacteriológico.
Hay dos métodos de enfriamiento para lograr este resultado. Uno de ellos consiste en sumergir a los pollos en agua mantenida a 0ºC durante aproximadamente 20 minutos, y otro, en hacerlos pasar por un túnel de viento que los enfría aproximadamente en 60 minutos. Al final de estos procesos la temperatura de la carne es de 4ºC.
Es inevitable que el enfriado por agua helada (chilled) conduzca a una absorción de agua que el SENASA y el mundo aceptan hasta en un 8%.
¿Qué tipo de alimentación reciben los pollos?
La alimentación es absolutamente natural. El 90% del alimento balanceado que recibe el pollo que consumimos se compone aproximadamente de un 63% de maíz y un 27% de soja. Como ingredientes complementarios se utilizan conchilla molida o ceniza de hueso como fuente de calcio y fósforo, aminoácidos esenciales y núcleos minerales y vitamínicos. El maíz que se utiliza para alimentar a los pollos es el que producimos localmente y pertenece a la cosecha del mismo año, por lo que el cereal es siempre fresco.
Los Médicos Veterinarios, Ingenieros Agrónomos y Licenciados en Alimentos especializados en nutrición avícola diseñan las características que debe tener cada tipo de alimento para las aves. En la alimentación de los pollos se utilizan distintas “fases” de alimento, cada una de las cuales aporta los nutrientes de mayor demanda en cada etapa del crecimiento hasta los 50 días aproximadamente, que es cuando se alcanza el peso que reclama el consumidor. De esta manera, existen alimentos con mayor contenido de proteínas, apropiados para aves jóvenes con mayores demandas de este nutriente para el crecimiento y desarrollo muscular, y alimentos con mayor contenido de energía, óptimos para las últimas semanas de vida del ave.
La fabricación de alimentos balanceados requiere de un adecuado control de materias primas en la etapa de recepción de las mismas. Las materias primas pasan por un proceso de molienda para facilitar la disponibilidad de los nutrientes en el aparato digestivo de las aves, posteriormente se pesan y mezclan en las proporciones indicadas para constituirse por último en lo que indica su nombre, un “alimento balanceado” de acuerdo a la necesidad nutricional de las aves.
¿Qué hay de cierto sobre las estresantes condiciones de vida de los pollos en los criaderos?
El género gallus domesticus al cual pertenecen los pollos es oriundo de la India y específicamente de la zona del ecuador. Para criarlos en Argentina, o en Canadá, o en Rusia, o en Sudáfrica, o en cualquier parte del mundo, y lograr de ellos la máxima expresión de su potencial genético de desarrollo y crecimiento es fundamental reproducir en el interior del galpón de cría las condiciones ambientales de su lugar originario. La característica de la avicultura industrial es la de ofrecer a las aves un ambiente termoneutral. Así, las instalaciones disponen de tecnología en aislamiento térmico, ventilación, calefacción y enfriamiento. Por lo tanto las condiciones no son estresantes sino de absoluto bienestar animal. Existen actualmente normas dictadas en la Unión Europea sobre bienestar animal y las cinco libertades esenciales. Argentina cumple en exceso con esta reglamentación, a lo que hay que agregarle la excepcional calidad de la alimentación utilizada para las aves.
Europa limita la carga de aves por metro cuadrado a 39 kg vivos. En Argentina, para pollos grandes de 2,800 kg de peso vivo, esto representa 14 pollos por m2. Por su parte, en Europa, que trabaja con aves de menor tamaño, esto equivale a 18 pollos por m2.
¿Cuál es la diferencia entre la alimentación de un pollo de campo y uno de criadero?
Si entendemos como pollo de campo a aquél que se cría libremente a campo abierto, es éste el que tiene que buscar su alimento, el cual suele consistir en granos, lombrices, verdeo, entre otros. Por su parte, el pollo de criadero es alimentado con alimentos balanceados de acuerdo con los requerimientos nutricionales según su genética y su edad.
Asimismo, el pollo de criadero o industrial no sólo debe tener una alimentación adecuada en proteínas (aminoácidos), hidratos de carbono, fibras, grasas, vitaminas y minerales, sino que también debe vivir en un medio ambiente adecuado. Un pollito bebé de un día de vida requiere una temperatura ambiente de 30ºC, la cual debe ser mantenida así dentro del galpón a pesar de que afuera del mismo la temperatura sea menor a 0°C. A la inversa, en verano el pollo adulto debe tener una temperatura ambiental que no exceda los 26ºC. Si estas condiciones no se cumpliesen, el ave sufriría un estrés que impediría que exprese al máximo su potencial genético de crecimiento. La avicultura industrial es un emprendimiento comercial, por lo que es de especial interés que el ave logre desarrollarse plenamente, lo cual está íntimamente ligado a las óptimas condiciones ambientales y de alimentación.
La alimentación con una ración equilibrada ayuda a los pollos a desarrollarse de tal manera que alcanzan un peso ideal mucho antes que los criados al aire libre. Es por este motivo que la carne de los pollos industriales o de criadero resulta más tierna que aquélla de pollos criados al aire libre. Estos alcanzan el peso deseable a edades más avanzadas, en las que ya son aves adultas con algún grado de desarrollo sexual, lo cual determina que la carne sea más dura. Los beneficios del uso de alimentos balanceados de óptima calidad para aves pueden entenderse pensando en los beneficios que reporta este tipo de alimentación en el caso de las mascotas domésticas, las cuales han visto acentuadas sus mejores características de conformación y pelaje desde el uso de alimentos balanceados en su dieta.